CUANDO EL ESCAPARATE NO LO ES TODO

Por Recamasa 31.10.2019

Nuestro día a día está lleno de escaparates, esos pequeños escenarios en miniatura en los que nos paramos a veces sin ni siquiera darnos cuenta. Nos atraen, aunque no queramos y a veces, hasta tienen una fuerza que, sin saber cómo, nos empujan hacia dentro.

Pensar en un escaparate nos lleva a imaginar una ventana y es aquí donde a veces nos equivocamos. Toda firma tiene su propio escaparate, pero no siempre está en la calle, porque en muchos casos, ni siquiera es físico. Entonces, ¿cuál es ese escaparate? La respuesta es sencilla: es la imagen que cualquier empresa ofrece al público.

El inicio de este post puede llevar a pensar que en adelante teorizaremos sobre la imagen que damos hacia afuera. Sin embargo, no es este el objetivo de esta nueva entrada. Dar buena imagen de cara a la galería es algo que parece que todos tenemos claro, pero ¿qué sucede dentro de casa?

El empleado, esa ‘máquina’ que no puede fallar

A veces estamos tan centrados en dar buena imagen que nos olvidamos de nuestros empleados, estos que, precisamente, son los primeros responsables de ser prescriptores de la marca; aquí es cuando la comunicación interna se alza buscando el lugar que le pertenece. En otras palabras y planteado en cifras: la comunicación interna puede llevar a un incremento del 30% en la rentabilidad de una compañía. Obviarlo sería remar a contracorriente.

Hasta hace poco, el salario era la única herramienta disponible para incentivar a un empleado y sobre todo para hacerlo rentable. Hoy, no nos engañemos, seguimos trabajando por dinero, pero, como no hace mucho publicaba El Mundo: no todo es un buen sueldo. Y es que el salario llega a final de mes y la alegría dura unos días; sin embargo, nuestro puesto, la silla, el jefe, nos acompañan día a día.

Sentirnos parte de ese entorno donde estamos y por el que apostamos diariamente es esencial y esto no es posible sin alguien que nos haga recordar que somos útiles, que agradezca nuestros esfuerzos extras o que nos reconozca nuestros éxitos. En definitiva, alguien que se acuerde de que existimos y de lo que aportamos. Y es por eso por lo que comunicar no sólo de puertas para afuera, sino internamente, es fundamental para el éxito de cualquier compañía. Y sin ello, el compromiso con la compañía comienza a fallar y a ralentizarse, como si de una máquina sin combustible se tratase. A fin de cuentas, aunque seamos personas y no máquinas, también necesitamos de esta energía para no dejar de funcionar.

Pero ¿cómo podemos comunicarnos con nuestros empleados?

La buena noticia es que ya existen compañías como Great Place to Work -que hace poco comunicaba los ganadores del Ranking de las 50 mejores empresas para trabajar en España- que trabajan para concienciar a las empresas de la necesidad de transformar la cultura organizacional de las compañías de muchas maneras, entre otras, implementando planes de comunicación interna sólidos para que la comunicación entre líderes y equipos fluya. En definitiva, para que todos se sientan reconocidos, informados y sean parte.

Para ello, es fundamental crear nuevos canales de comunicación con el empleado. Nosotros, desde Recamasa, estamos ya poniendo nuestro grano de arena para que nuestra comunicación entre dirección y empleados funcione y estamos ya viendo sus frutos. Ayer mismo, nuestros hijos, esos pequeños por los que trabajamos y nos esforzamos día a día, estuvieron en nuestra oficina. ¿El fin? Que vieran dónde están y qué hacen sus padres cuando no están en casa con ellos. Y es que, para un niño, poca ilusión hay más grande que visitar a papi o a mami en la oficina. Para nosotros fue muy grande ver cómo nuestros hijos nos admiraban y contemplaban ilusionados el sitio donde sus padres dan lo mejor de ellos. Y sobre todo ver cómo disfrutaban y jugaban sobre la maquinaria que construimos cada día.

Después de todo parece claro: se puede mimar mucho la imagen externa, se puede montar el mejor performance en un escaparate, pero de nada sirve si dentro, el corazón no late.